La llamada fuga de talento no es solo un fenómeno social doloroso, sino también un síntoma del fracaso estructural de un modelo económico que no garantiza empleos estables, salarios dignos ni un horizonte de futuro para las nuevas generaciones.
Una generación atrapada entre la formación y la precariedad
Durante años se ha alentado a la juventud canaria a formarse, a especializarse, a prepararse para competir en un mundo globalizado. Y lo han hecho: Canarias ha mejorado sus tasas de acceso a estudios superiores y muchos jóvenes cuentan hoy con titulaciones universitarias, grados superiores o competencias digitales. Sin embargo, la realidad laboral que les espera no se corresponde con ese esfuerzo: contratos temporales, salarios bajos, jornadas a tiempo parcial no deseadas o subempleo son la norma.
No se trata únicamente de falta de empleo, sino de una economía incapaz de absorber determinados perfiles profesionales. El tejido productivo de las Islas, basado en el turismo, el comercio y los servicios de bajo valor añadido, no demanda ingenieros, técnicos especializados, ni científicos. Muchos jóvenes se ven obligados a aceptar trabajos precarios fuera de su ámbito formativo o directamente a emigrar.
Emigración juvenil: una salida forzada
Esta fuga de talento no es anecdótica. Es estructural. Universitarios, sanitarios, investigadores, profesionales digitales o del ámbito industrial abandonan Canarias para establecerse en la Península, en Alemania, en Países Bajos o en los países nórdicos. Y lo hacen no por gusto, sino porque allí encuentran lo que aquí se les niega: oportunidades reales de desarrollo profesional, vivienda accesible y una mayor estabilidad vital.
El coste social es inmenso. Familias separadas, pérdida de referentes comunitarios, envejecimiento de la población residente y, sobre todo, el desaprovechamiento de una inversión pública en educación que termina beneficiando a otros territorios.
Una mirada sindical: cómo frenar esta sangría
Desde SITCA consideramos que este fenómeno debe abordarse con urgencia desde una perspectiva política y sindical. No podemos permitir que nuestras islas se conviertan en un territorio exportador de juventud formada mientras se perpetúa un modelo económico basado en la precariedad.
Proponemos:
Un cambio en el modelo productivo que apueste por la diversificación económica, fomentando sectores como la industria digital, la economía azul, la investigación aplicada o la agroindustria con valor añadido.
Políticas activas de empleo específicas para jóvenes cualificados, que no se limiten a prácticas mal remuneradas, sino que faciliten la inserción laboral estable y en sectores acordes a su formación.
Inversión en I+D+i en Canarias, con incentivos para que el talento se quede en las islas o regrese tras formarse fuera.
Impulso a la negociación colectiva en los sectores emergentes, garantizando derechos, salarios dignos y estabilidad para los nuevos perfiles laborales.
Vivienda asequible y ayudas al alquiler para jóvenes, ya que el acceso a una vivienda digna es una de las principales barreras para su emancipación.
Conclusión
Canarias no puede permitirse seguir perdiendo a su juventud más formada. La fuga de talento no solo es una tragedia personal para miles de jóvenes y sus familias, sino un agujero estructural en nuestro futuro. Como sindicato, exigimos que se tomen medidas valientes y sostenidas en el tiempo para generar empleo de calidad, dignificar el trabajo joven y construir una Canarias con oportunidades reales para todos y todas.
Antonio Rodríguez, Secretario General de SITCA
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